#cubo pez
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Parecía que estaba sonriendo. -Ese es el aspecto que tienen cuando llevan la boca abierta, le explicó Quint. No lo convierta en más de lo que es. No pasa de ser un estúpido cubo de basura.
-¿Cómo puede usted decir eso? -se indignó Hopper-. Ese pez es una belleza. Es el tipo de cosa que le hace a uno creer en Dios. Le muestra a uno lo que puede hacer la Naturaleza cuando se empeña en lograr una cosa.
-Peter Benchley - Tiburón 📚
Smile, you son of a bitch! JAWS (1975) dir. Steven Spielberg
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ALTAS - 19.1
Cap. 19 – Propuesta de primavera Episodio 19.1 Andin, que vio a Krom parado frente a la dependencia separada, le entregó el cubo que sostenía a Finn. “Llévale esto al chef. Ve con Luca.” Finn y Luca, que estaban emocionados por pescar un pez bastante grande, comenzaron a correr hacia la bahía interior con el pez todavía estaba batiendo su cola y chapoteando en el agua. “No corran. Se van a…
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¿Ya tienes la carpa preparada para esta noche? ¿Qué sería de la Navidad sin la tradicional carpa y la ensalada de patata? La carpa forma parte de la mesa de la cena navideña para un gran número de familias. Que a menudo la preparan solo como símbolo o suelen sustituirla por filetes u otros pescados, pero la buena carpa checa es, en definitiva, carpa. Al igual que aquí, la carpa de Nochebuena también forma parte de la cena navideña en otros países, especialmente en Eslovaquia, Polonia, Austria o Alsacia. En nuestro país se suele preparar empanado y frito con la citada ensalada de patata. Las partes inutilizables luego se cocinan en una sopa de pescado típica. ¿Por qué la carpa es plato navideño en las mesas checas? El pescado era un símbolo cristiano tradicional y un alimento de Cuaresma, razón por la cual se han establecido estanques cerca de los monasterios desde la Edad Media. Probablemente la mención más antigua de que se come carpa en Navidad es un registro de 1253, cuando el monje flamenco Vilém de Rubruk la comió en la corte del mongol Khan Möngke, cuya esposa era cristiana nestoriana. En Bohemia y Moravia, según datos conservados, el pescado formaba parte de la cena festiva ya en el siglo XVII. Por supuesto, la gente común no siguió mucho esta costumbre. Costumbres culinarias de este día Además de la carpa, en esa época ya se consumía una gran cantidad de otros alimentos. En la Edad Media y principios de la Edad Moderna, la cena de Navidad solía ser abundante en cuanto al número de platos. Pero las comidas en sí ya no eran tan ricas. Entre los platos se encontraban, por ejemplo, sopa de repollo o crema agria de Valaquia, cubo de champiñones y la púčálka, que eran guisantes germinados y asados. Además junto al árbol de Navidad no podía faltar la salchicha de vino. En las familias más ricas, incluso se comían caracoles. Las familias que no tenían pescado lo tenían representado en la mesa navideña en forma de pasteles con forma de pez. La carpa común se consagró en el ambiente burgués en el siglo XIX como un alimento ligado a las fiestas, según Magdalena Dobromila Rettigová. Donde tampoco puede faltar la sopa de carpa. En el campo, la carpa se servía principalmente azul, es decir, cocinada en vinagre diluido o vino blanco con tubérculos, o negra, es decir, en una salsa dulce hecha de mermelada y pan de jengibre. La carpa frita llegó a las familias checas prácticamente solo después de la Segunda Guerra Mundial, porque en ese momento los alimentos fritos eran generalmente muy populares. ¿Habrá carpa en tu cena de Nochebuena también este año?¿Ya tienes la carpa preparada para esta noche? Pues sal corriendo a comprarla.
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SOLO SOY UNA PERSONA
No tengo motores a reacción
Nunca he querido ser un avión
Y no tengo escamas en la piel
Entre otra cosas, no soy un pez
Y no tengo asiento y no tengo ruedas
Porque no soy una moto
Estoy conformada en tres dimensiones
Porque no soy una foto
No tengo bolas de cristal
No soy un árbol de navidad
Es apagado mi color
Porque tampoco soy una flor
Y no quiero andar por entre las cloacas
Porque no soy una rata
Ni ir a parar al cubo de basura
Porque no soy una lata
No soy ni hombre ni mujer
Solo soy una persona
Solo soy una persona
Solo soy una persona
Solo soy una persona
No tengo botones que apretar
Ni organigramas que programar
No tengo manillas, ni hago ding-dong
Porque tampoco soy un reloj
Y no tengo mando para sintonías
Porque no soy una radio
Y no tengo sitio para mucha gente
Porque no soy un estadio
No soy ni hombre ni mujer
Solo soy una persona
Solo soy una persona
Solo soy una persona
Solo soy una persona
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Kanato Sakamaki Chaos Lineage Heaven
[Euphoria END] [Laberynth END]
Lugar: Sala de estar • Noche
Yui: (Je, esta revista se especializa en cómo armar accesorios.)
Yui: Ah, aparece como hacer un pez dorado con cuentas (beads). ¡Es adorable! Que lindo.
Kanato: Me preguntaba qué veías y era una revista.
Yui: Ah, Kanato-kun. Sí, ¡mira este pez dorado! Está hecho de cuentas.
Yui: El rojo también es bonito. El de pez ojo de telescopio/demekin también es divertido y lindo.
Kanato: Ya veo. El pez ojo de telescopio es feo, así que no me interesa, pero incluso yo puedo hacer un pez dorado.
Yui: ¿Eh? ¡¿De verdad?! No lo sabía.
Kanato: Yo mismo hago los accesorios de mis lindas muñecas.
Kanato: He hecho correas con cuentas en más de una ocasión.
Yui: Je, ¡eres increíble Kanato-kun! ¡Eres muy diestro!
Yui: ¿Hay algo más que puedas hacer?
Kanato: Déjame ver, por ejemplo…
Kanato: Yo también hice esto.
Yui: (¡Ah…! Es un copo de nieve.)
Yui: (Está hecho con cuentas finas… ¡Está hecho con mucha delicadeza…!)
Yui: ¿En verdad lo hiciste tú, Kanato-kun?
Kanato: ¿Qué tanto pretendes burlarte de mí? ¿Por qué mentiría respecto a esto?
Yui: ¡Está muy bien hecho! ¡Eres increíble Kanato-kun! ¡Luce como uno de los que venden en las tiendas!
Kanato: Bueno, es normal… pero no se siente mal que me halagues tanto.
Yui: Aah… ¡Brilla mucho cuando es iluminado por la luz…! A pesar de que está hecho de cuentas luce como una joya.
Kanato: --Luces bastante feliz.
Yui: ¿…Eh?
Kanato: Si te gusta tanto…
Kanato: Entonces, ¿te gustaría que te hiciera un collar de cuentas, Yui-san?
Yui: ¡¿Eh?! ¿De verdad?
Kanato: Sí. Si es por ti entonces haré cuantos quieras.
Kanato: ¿Qué sucede?
Yui: (Me hace feliz que Kanato-kun me ofrezca algo así. Además, lo hace solo para mí…)
Yui: Entonces, ¿puedo encargártelo?
Kanato: Sí, por supuesto. Entonces vayamos a mi habitación, ya que aún me quedan utensilios.
Yui: Ya veo. ¿Puedo observar?
Kanato: Necesito que elijas las cuentas, así que sí.
Yui: Eso significa que puedo observar cómo lo haces. ¿En verdad puedo?
Kanato: No me molesta.
Yui: ¡Gracias! ¡Estoy ansiosa!
Lugar Habitación de Kanato • Noche
Kanato: --La encontré. En esta caja están las cuentas.
Yui: Ya veo. Es una caja bastante linda.
Kanato: Originalmente era una caja de dulces.
Kanato: Como tiene un olor dulce la uso para guardar mis cuentas favoritas.
Yui: (Fufu… típico de Kanato-kun.)
Kanato: Voy a abrirla.
Yui: Sí.
Yui: ¡Wow! Tiene muchas divisiones, así que las cuentas están ordenadas.
Yui: ¡Hay de muchos colores bonitos!
Kanato: Hay de color caramelo, rosa rose, color ramune, verde menta…
Kanato: Frambuesa, oliva, frutilla…
Yui: Fufu, es como si esta caja de dulces estuviera llena de caramelos.
Kanato: Suena divertido. Mira, aquí hay cuentas con forma de gota.
Yui: Ah, estos tienen formas de ojos.
Kanato: Así es, esta tiene forma de cubo, también hay con forma de flores y los de forma estándar.
Yui: Ah, ¡también hay de corazón!
Kanato: Por supuesto, también tengo con forma de diamante y de estrella.
Yui: Con solo verlas me emociono.
Yui: (Kanato-kun parece estarse divirtiendo más que de costumbre. Me siento feliz al ver a Kanato-kun estando feliz.)
Kanato: Entonces empecemos, elijamos unos colores y formas que te gusten.
Yui: Como hay tantas es difícil elegir.
Kanato: Tranquila, reuniré las que te queden mejor.
Yui: Sí. Lo dejo en tus manos.
Kanato: Creo que probablemente… estos colores te quedarían bien, Yui-san.
Kanato: Y también estos y estos.
Yui: ¿Usarás tantos?
Kanato: Solo hice la selección general. Ahora elegiré aquellos que combinen con tu cabello y piel.
Yui: Lo haces con mucha seriedad.
Kanato: Es un regalo para mi novia, así que quiero que quede lo mejor posible.
Yui: …Gracias.
Yui: (Me llamó novia con mucha facilidad… ¿Acaso Kanato-kun está siendo más amable que de costumbre?)
Kanato: ¿Por qué te distraes? Necesito que me ayudes para que quede lo mejor posible.
Kanato: No te perdonaré si te relajas aunque sea un poco.
Yui: ¡Ah! Sí, ¡entendido!
Yui: (¡Kanato-kun está más serio de lo que pensé--!)
Kanato: Entonces, empezaré a elegir colores que combinen con tu piel.
Yui: ¿Eh…? S-sí.
Yui: (Que combinen con mi piel, ¿acaso va a…?)
Yui: …
Yui: (¡Está colocando las cuentas cerca en mi cuello!)
Yui: (Está tan cerca que me da cosquillas…)
Kanato: Como pensé, ¿será mejor este color? Hm, no puedo elegir.
Yui: (¡Si toca tantas veces mi piel suavemente no podré evitar moverme por las cosquillas…!
Kanato: ¿Qué es lo que has estado haciendo?
Kanato: Me estoy tomando esto en serio, así que quédate quieta por favor.
Yui: --S-sí, perdón.
Yui: (Así es. Kanato-kun está haciendo esto seriamente. ¡Debo resistir…!)
Kanato: También tocaré tu cabello.
Yui: ¡…!
Yui: (¡Pero como pensé, me da cosquillas!)
Kanato: Oye, ya basta. ¿Tanto te cuesta aguantar?
Yui: …Es porque me tocas de forma rara…
Kanato: ¿Ah? Me estoy tomando la molestia de reunir uno por uno los colores que mejor te queden.
Kanato: ¿Y pretendes culparme por algo que es tu culpa?
Yui: P-perdón. No tenía esas intenciones. Es solo que en verdad me da cosquillas…
Kanato: Aah… no tengo opción. Elegí algunos, así que con esto debería bastar.
Yui: Pero aún hay muchos, hay que reducir más la cantidad.
Kanato: Sí, pero si no puedes resistir, entonces no puedo hacer nada al respecto.
Kanato: Ya sé, como hoy estoy de buen humor dejaré que tú elijas.
Yui: ¡¿De verdad?!
Kanato: Así acabaremos más rápido, así que es lo mejor. Además, parecía que querías elegir.
Yui: Sí, quería elegir. ¡Gracias Kanato-kun!
Kanato: Entonces entre estas cuentas…
Kanato: ¿Cuál prefieres?
Yui: Uhm… todas son lindas…
Yui: (¿Qué hago? Estoy dudando. ¡Pero dudar de este modo también es divertido!)
Kanato: ¿…Te decidiste?
Yui: ¿…Qué tal esta?
Kanato: Ya veo, tienes buen gusto para ser tú. Yo también pensaba que esa era linda.
Kanato: Entonces usaré estas cuentas para hacer tu collar.
Yui: ¡Por favor!
Kanato: …
Yui: (Kanato-kun está colocando cuidadosamente las cuentas.)
Yui: (Como sus dedos son bonitos no puedo dejar de verlos…)
Kanato: …Me será difícil hacerlo si me miras tan fijamente.
Yui: …Ah, perdón. Como parecías divertirte no pude evitarlo…
Yui: (Además, como Kanato-kun es tan habilidoso soy incapaz de apartar mi mirada de él.)
Kanato: Entonces, ¿te gustaría intentarlo, Yui-san?
Yui: ¿Puedo?
Kanato: Sí, ya que solo debes repetir la misma acción.
Kanato: Por más torpe que seas deberías hacerlo sin problemas si me imitas.
Yui: (Uuh… vaya forma de hablar.)
Kanato: Deberías lograrlo si viste cuidadosamente mis manos.
Yui: (¿…D-de verdad? Pero--)
Yui: …Entendido, lo intentaré.
Kanato: Aquí tienes.
Yui: Debo colocar esto en el agujero, ¿no?
Yui: (Wow, ¡las manos me tiemblan--! ¡Es más difícil de lo que parece…!)
Kanato: Tienes que sostenerlo mejor.
Yui: (Ah, Kanato-kun me está ayudando.)
Yui: (¡Además, como su cara está tan cerca mi corazón está acelerado…!)
Yui: ¡Ah!
Yui: (¡Oh no! ¡Como me puse nerviosa se me cayó…!
Yui: ¡Lo siento! Las cuentas de dispersaron por el suelo… ¡Voy a recogerlas!
Kanato: …
Yui: (¿A-acaso Kanato-kun está enojado…?)
Kanato: ¿Qué has estado haciendo?
Kanato: Te pones nerviosa y te sonrojas como una tonta.
Yui: (Uh, tampoco tenía que decirlo así…)
Yui: (Como Kanato-kun estaba siendo amable y se divertía terminé emocionándome demasiado…)
Yui: (A pesar de que está haciendo seriamente un accesorio para mí solo le estoy estorbando.)
Yui: Lo siento mucho. Terminé dejando caer unas cuentas muy hermosas.
Kanato: No importa. Ya estoy acostumbrado a tu torpeza. Te ayudaré a recogerlas.
Yui: Gracias Kanato-kun. Hay una gran diferencia entre ver y hacer algo.
Yui: Parece que no podré hacerlo tan bien como tú, Kanato-kun.
Kanato: Aunque creo que solo es debido a que eres increíblemente torpe.
Yui: (Uh…)
Kanato: Yo haré el resto. Si te dejara hacerlo creo que no acabaría nunca.
Yui: Sí… Lo dejo en tus manos…
*luego*
Kanato: Ya acabé.
Yui: (¡Ah, que lindo…! ¡Tiene muchas flores pequeñas, es muy hermoso!)
Yui: ¡Eres increíble Kanato-kun! ¡Es tan lindo como los de las revistas! Es muy colorido y adorable.
Kanato: Obviamente, no podría perder contra esas cosas.
Kanato: Te lo dije, ¿no? Que te prepararía el mejor posible.
Yui: Es verdad.
Kanato: Voy a colocártelo, así que date la vuelta por favor.
Yui: Sí, por favor.
Kanato: Voy a correr un poco tu cabello.
Yui: …S-sí.
Yui: (¿…?)
Yui: (¿No está acariciando mi cabello más de lo necesario…?)
Yui: (Pero si le presto más atención de la necesaria podría suceder lo mismo de antes, ¡así que debo aguantar…!)
Kanato: …Es un cabello agradable al tacto.
Yui: ¡…!
Yui: (¡E-esta vez lo hace a propósito!)
Yui: (¡Las yemas de los dedos de Kanato-kun están tocando mi cuello… y me da cosquillas!)
Yui: (Siento que terminaré alzando una voz rara y me da vergüenza.)
Kanato: Fufu, tu cuello está rojo.
Yui: ¡E-es porque lo estás tocando, Kanato-kun…!
Kanato: ¿Te avergüenzas por algo como esto? ¿Cuándo te acostumbrarás a este tipo de cosas?
Yui: (No hables tan cerca de mi oreja…)
Yui: (La voz de Kanato-kun resuena levemente y es como si me dejara sin fuerzas.)
Kanato: Terminé de colocártelo.
Yui: (A-al fin acabó…)
Yui: …Voy a verme en el espejo.
Yui: …Aah…
Kanato: ¿Qué tal? Te queda mejor de lo que pensé.
Yui: …Es muy… lindo.
Kanato: Yo lo hice, así que es normal. Hacer esto no es la gran cosa.
Kanato: Antes tu extraño comportamiento me preocupaba…
Kanato: Pero como pensé, lo que mejor te queda es no hacer nada y dejar que te decore.
Yui: (Ah, habla sobre lo de antes…)
Yui: Sí, estaba tan emocionada que terminé actuando raro.
Yui: Me entusiasmé demasiado porque estabas siendo muy amable y me divertía la idea de hacer un collar juntos.
Yui: Pero al final solo te causé problemas, de verdad lo siento.
Kanato: En verdad eres tonta. No entiendes ni un poco mis sentimientos.
Yui: ¿Eh?
Kanato: No quiero que te disculpes. Me esforcé por hacerte algo.
Kanato: Así que hay otra cosa que debes decir, ¿no?
Yui: Ah, ¡cierto! ¡Gracias Kanato-kun!
Kanato: De nada. ¿Ese collar… te hizo feliz?
Yui: ¡Sí! ¡Me hizo muy feliz! ¡Ya que lo hiciste para mí!
Kanato: Ya veo, entonces me alegro. Solo deberías dejar que te consienta.
Yui: (Fufu… Si Kanato-kun lo dice, entonces puede que esté bien.)
Kanato: Pero—
Yui: ¿…Hm?
Kanato: Las palabras de agradecimiento no son suficientes.
Kanato: Gasté parte de mi tiempo para hacerlo, así que tú también me darás algo, ¿no?
Yui: ¿Eh…? ¿Qué debería darte?
Kanato: Solo hay una cosa que puedes darme.
Yui: (L-lo sabía…)
Kanato: Es tu sangre…Nn…
Yui: ¡…!
Yui: (Ah… está besando mi cuello, se siente caliente…)
Yui: ¡Kanato-kun, no debes succionar mi sangre, me dará anemia!
Kanato: No voy a escucharte. No luego de que me sedujeras mostrándome tu delicioso cuello—
Yui: (No lo seduje… ¿verdad?)
Kanato: Me esforcé mucho y no vas a reconocer mis esfuerzos.
Yui: (Oh no… Kanato-kun estaba de buen humor, pero a este paso se enojará.)
Yui: (Solo me queda prepararme… ¿verdad?)
Yui: Entonces puedes beber un poco. Pero no hasta lograr que me desmaye.
Kanato: ¿Puedo?
Yui: (No puedo negarme cuando pone una cara tan alegre.)
Yui: Adelante. Es mi agradecimiento por haberme hecho un collar tan bonito.
Kanato: Entonces no me contendré.
Kanato: …Nn… Nn…
Yui: ¡Ah…!
Yui: (La zona en donde está succionando se está calentando tanto que quema…)
Kanato: Fufu, el collar se manchó de sangre… y luce incluso más hermoso.
Yui: ¡…!
Kanato: Nn… Nn… Nn… Nn…
Kanato: La próxima vez te haré un brazalete a juego.
Yui: …
Yui: (Puede que él succione desde mi muñeca cuando me coloque ese brazalete.)
Yui: Nn… Nn… Aah…
Kanato: …Estoy seguro de que se verá aún más bello cuando esté manchado de sangre.
Kanato: Te enseñaré tanto las cuentas, como otras cosas… todo.
Kanato: Haré que no puedas hacer nada sin mí.
Yui: ¡… …!
Yui: (Pero si desde hace tiempo que no puedo hacer nada sin ti, Kanato-kun.)
Yui: (Y extrañamente eso me hace muy feliz…)
[Masterpost]
#kanato sakamaki#diabolik lovers chaos lineage#diabolik lovers#heaven#traducción al español#mi traducción
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Pocos minutos después me encontraba ante la entrada del acuario que me había indicado Sanji. Estaba situado en una lengua de tierra, más mogote que isla, que se adentraba en la bahía y luego se curvaba hacia la orilla formando una ensenada. El promontorio se elevaba hasta una repisa rocosa que servía de punto panorámico del acuario. Justo donde me encuentro ahora mismo...
Aunque la luminosidad del cielo había menguado bastante, el Fuji seguía netamente recortado contra el horizonte, pareciéndose más que nunca a la realzada silueta troquelada en una tarjeta de felicitación. Pero le he dado la espalda y contemplo los bancos de peces nadando abajo en el agua.
Es un acuario al aire libre sin techo ni muros acristalados y el brillo del cielo azul de otoño en este rincón de la bahía vuelve el agua transparente como una luna de cristal. Hay particiones que separan a las distintas especies y el cambio de la marea en los bajíos permite que el acuario esté constantemente surto de agua fresca del mar. Y como los viveros nunca se quedan estancados los peces parecen tan sanos y naturales como en libertad.
En uno de los tanques da vueltas un banco de jóvenes atunes, con las brillantes escamas que emiten un destello metálico. Nadan vigorosamente sin temor a los depredadores, trazando un amplio bucle por el agua con la mayor soltura. Parece casi que remueven una gran tina de tinte azul en sus majestuosas rondas por el vivero, haciendo aflorar el profundo añil de la bahía.
Los visitantes le piden al cuidador que lance algo de carnaza. Los trozos de caballa que estaban ahora mismo en el cubo quedan un instante colgados del aire y luego caen a plomo, pegando en la superficie del agua. Al punto los atunes brincan. La carnaza desaparece entre los fucilazos plateados de sus colas.
Al otro extremo del tanque los turistas se apiñan alrededor de un hombre vestido con camisa y pantalón blancos. En la mano derecha sostiene una robusta pértiga de bambú con un sedal en la punta, apoyándosela en la boca del estómago. Al extremo del sedal hay una pieza de madera como un huso, que flota en el agua. El hombre respira hondo y en sincronía con su respiración hala el sedal levantando la diestra. El flotador baila en el aire un breve instante antes de que lo atrape adelantando la mano izquierda. Se ejercita en tirar el anzuelo a los atunes... Tras repetir la maña varias veces ante los circunstantes les tiende la caña. En principio todos vacilan y parecen reacios a adelantarse, pero por fin dos o tres se ofrecen a probar. Ninguno consigue mantener la pértiga en equilibrio y enseguida pierden el control del sedal con el flotador. Todos ríen.
Entretanto en el tanque contiguo un pez solitario, que parece poco más que una fina cinta de plata, evoluciona furtivamente por su encierro...
Yo miraba embebido el espectáculo que se desarrollaba ante mí. Cada recinto ofrecía su entretenimiento particular y yo, de pie en la terraza, deslizaba la vista de uno a otro...
¿Pero cómo me iba a interesar el acuario ni lo más mínimo?
Sí, estaba dispuesto a admitir que el emplazamiento generaba cierto sentimiento de calma, digamos, pero ¿acaso había nada que sugiriera una gratificación íntima y profunda? ¿Algo que penetrara las entretelas del espíritu colmando sus huecos y grietas? Desde luego que no. No había nada así.
El cielo impoluto... los peces bullendo con la inagotable energía de su crasa carne, carne sin más... los tonificados visitantes de estampita... elementos heterogéneos todos en una naturaleza muerta compuesta con azarosa felicidad. Dada la perfecta simetría del lugar y el aire de fortuita correspondencia que lo envolvía, todo el mundo se sentía transformado de suerte que cada uno perdía de vista en el proceso su yo habitual y cotidiano. De repente todos olvidábamos lo zopencos que fuéramos o nuestras frecuentes reacciones díscolas y obcecadas. Por un breve espacio nos veíamos muy diferentes a como éramos en realidad. Vivíamos un encantamiento, engatusados por la visión de nosotros mismos como deseábamos ser.
¡Pero miren qué patéticas y risibles criaturas éramos en realidad! Fuera Sanji, Obiko o la multitud vestida de caqui en los andenes, o los pasajeros de un tren o yo mismo. Una vez que percibí lo estúpida que se veía la gente, no paraba de parecerme cada vez más absurda y ridícula. Ninguno de nosotros actuaba de modo particularmente excéntrico ni grotesco, ni siquiera impenetrable, y con todo allí estábamos luciendo tan extraños y aberrantes como fuera posible imaginar. Y que encima yo viera a gente tan común y corriente como los que allí estábamos reunidos de un modo tan singular me resultaba otro ribete de chocante ironía.
¿Por qué razón en el tiempo del Canto de batalla las sombras que proyectábamos en la haz de la tierra estaban descuadradas y fuera de lugar? Era como si nos hubiéramos convertido en los objetos mal ampliados por una enorme linterna mágica cuya lámpara estaba turbia o mortecina, hasta nebulosa; con el efecto de que nuestras imágenes aparecían distorsionadas y sesgadas hasta ser irreconocibles.
¿Qué faltaba? ¿Qué se requería para enderezar a esta gente otra vez? ¿Para que fueran de nuevo puros, netos, fuertes y bellos? Allá en el embarcadero había señalado al otoño entrante como origen del cambio ambiental que se operaba a mi alrededor. Aquí también, en la terraza que dominaba el acuario, sentí como si estuviera en presencia de algo muy real y palpable que debía de ser perfectamente reconocible. Y sin embargo teniéndolo delante, mi mente se confundía y nublaba si trataba de definirlo. Me puse irritado e inquieto; incapaz de mantener mi habitual compostura.
Pero por fin me vino. Aunque con retraso, colmó mi ser hasta el último recoveco con serena tenacidad.
Percibí hasta qué punto era yo tardo. ¿Cómo había podido demorarme tanto en adivinarlo? ¡Qué lerdo había sido cavilando tanto tiempo ante algo tan meridiano! Me sentí muy abochornado. Hasta me sonrojé.
Una filosofía. Un concepto de vida.
Ajá... eso era lo que faltaba. Un concepto de vida. Se me secó la garganta y empezó a escocerme. Comprendí que mi sed no era única. Mi garganta reseca participaba de una sed mucho más vasta.
Bajé de la plataforma.
Junto a los tanques de peces había un pabellón japonés de dos pisos. Parte del bajo había sido trasformado en un café europeo con suelo de madera y mesas y sillas. Estaba abierto al exterior y bajo el alero habían colocado expositores de postales y recuerdos. Un puente bajaba en rampa a la piscina de las marsopas. Por lo visto eran muy populares: había mucho gentío allí mirando.
Una marsopa sacó la cabeza del agua. Tenía dos pequeñas narinas en la punta de su lucio y redondeado morro. Cuando bufaba las aletas de los orificios se abrían y cerraban como válvulas.
Cuando el cuidador le lanzaba comida la marsopa buceaba hasta el fondo del tanque y atrapaba hábilmente el pez con la boca. Era idéntica a un perro adiestrado de la policía militar. Cuanto más miraba más asqueado me sentía: había algo cerril, casi indecente, en aquel número... como cuando un perro callejero se echa boca arriba y expone pateando su moteado vientre.
Me dirigí al café y sentándome, pedí cerveza al camarero. En ese momento irrumpió un grupo de cuatro o cinco individuos, armando bulla. Se sentaron en una mesa del fondo y empezaron a hablar muy alto y todos a la vez... ¡Uf! ¿A qué viene tanto griterío? ¿No será lo mismo otra vez? ¿Aquí también?
En un rincón del salón había un gramófono antiguo con bocina. El camarero había insertado un disco y estaba girando la manivela. ¿Pero qué hace éste?
—¡Ya basta!
Mi voz sonó como un berrido y pareció resonar furiosa por toda la sala. Había pensado en voz alta, sin darme cuenta, sí. Había dicho lo que tenía en la cabeza: «¡Ya está bien de Canto de batalla!».
El grupo del fondo se volvió de golpe y me fulminó. La censura era casi tangible en sus miradas y me atravesaba como un espetón. No cabía malinterpretar la pose de decoroso moralismo que adoptaban. Hedía a la petulancia altanera y bravucona propia de quienes sirven al poder y a la autoridad, asumiendo sus ademanes.
Me alteré tanto que no pude seguir allí. Apuré la cerveza y me puse en pie. Mientras me dirigía a la puerta estuve seguro de escuchar iniciarse un alboroto. Sin duda alguno de ellos estaba señalándome a mis espaldas y comentando algo.
Ishikawa Jun
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Multilingual Vocab Practice
The Beach
(Summer is here! Let’s practice some beachy words! Hopefully you find this list helpful.
For related vocab, see my summer vocab list here. You may notice some of the same words have different translations. That’s not a mistake, I just thought it’d be a good idea to share all the diverse ways of saying things.
Note: for the Spanish and French, I only included the masculine singular for the adjectives. I included feminine alternatives for nouns where they applied.)
English | español | français | Deutsch
Phrases
let’s go to the beach! | ¡vamos a la playa! | allons à la plage ! | lass uns zum Strand gehen!
Nouns
algae | las algas | les algues | die Algen
bathing suit | el traje de baño | le maillot de bain | der Badeanzug
beach | la playa | la plage | der Strand
beach chair | la silla de playa | la chaise longue | der Strandkorb
beach towel | el toallón de playa | la serviette de plage | der Strandtuch
beachball | el balón de playa | le ballon de plage | der Wasserball
boardwalk | el paseo marítimo | le trottoir | die Promenade
boat | el bote | le bateau | das Boot
breeze | la brisa | la brise | die Luft
clam | la almeja | la palourde | die Muschel
cloud | la nube | le nuage | die Wolke
coast | la costa | la côte | die Küste
cooler | el enfriador | la glacière | der Kühler
crab | el cangrejo | le crabe | die Krabbe
dock | el puerto | le quai | das Dock
dolphin | el delfín | le dauphin | der Delfin
fish | *el pez | le poisson | der Fish
flip-flop | la chancla | la tong | der Flip-Flop
heat | el calor | la chaleur | die Hitze
jellyfish | la medusa | la méduse | die Qualle
kite | la cometa | le cerf-volant | der Drachen
lake | el lago | le lac | der See
lifeguard | el/la salvavidas | le maître nageur | der/die Rettungsschwimmer(in)
ocean | el océano | l’océan | der Ozean
pale | el cubo | la pâle | die Blasse
palm tree | la palmera | le palmier | die Palme
pebble | el guijarro | le caillou | der Kiesel
saltwater | ***el agua salada | l’eau salée | das Salzwasser
sand | la arena | le sable | der Sand
sandal | la sandalia | la sandale | die Sandale
sandbar | el banco de arena | le banc de sable | die Sandbank
sandcastle | el castillo de arena | le château de sable | die Sandburg
sea | **el mar | la mer | das Meer
seaglass | el cristal de mar | le verre de mer | das Seeglas
seagull | la gaviota | la mouette | die Seemöve
seaweed | las algas (marinas) | l’algue marine | die Algen
shark | el tiburón | le requin | der Hai
shell | la concha | la coquillage | die Muschel
shore | la orilla | le bord de mer | die Küste
shovel | la pala | la pelle | die Schaufel
snail | el caracol | l’escargot | die Schnecke
starfish | la estrella de mar | l’étoile de mer | der Seestern
sun | el sol | le soleil | die Sonne
sunburn | la quemadura de sol | le coup de soleil | das Sonnenbrand
sunglasses | las gafas de sol | les lunettes de soleil | die Sonnenbrille
sunscreen | la crema solar | la crème solaire | die Sonnencreme
surfboard | la tabla de surf | le planche de surf | das Surfbrett
swimmer | el/la nadador(a) | le nageur | der/die Schwimmer(in)
tan | el bronceado | le bronzage | die Bräune
tide | la marea | la marée | ***die Gezeiten
(beach) umbrella | la sombrilla (de playa) | le parasol | der Sonnenschirm
volleyball | el voleibol | le volleyball | der Volleyball
wave | la ola | la vague | die Welle
water | ****el agua | l’eau | das Wasser
whale | la ballena | la baleine | der Wal
Verbs
to dive/snorkel | bucear | plonger | tauchen
to fish | pescar | pêcher | fischen
to play | jugar | jouer | spielen
to relax | relajarse | se relaxer | entspannen
to sail | navegar | naviguer | segeln
to sunbathe | tomar el sol | prendre le soleil | sonnenbaden
to surf | hacer surf | surfer | surfen
to swim | nadar | nager | schwimmen
to tan | broncearse | se bronzer | bräunen
to wade | bañarse | se baigner | waten
Adjectives
aquatic | acuático | aquatique | aquatisch
breezy | ventilado | frais | luftig
cloudy | nublado | nuageux | wolkig
cool | fresco | froid | kühl
dangerous | peligroso | dangereux | gefährlich
fun | divertido | amusant | *****macht Spaß
hot | caliente | chaud | heiß
humid | húmedo | humide | feucht
salty | salado | sale | salzig
sandy | arenoso | sablonneux | sandig
sunny | soleado | ensoleillé | sonnig
sweaty | ******sudoroso | en sueur | verschwitzt
warm | cálido | chaud | warm
wet | mojado | mouillé | nass
windy | ventoso | venteux | windig
Notes:
*be sure to use “el pez” when talking about live fish in the ocean! “El pescado” is specifically for fish as food. It’s like the difference between “pig” and “pork”.
**while “el mar” is more common, you may come across “la mar”. Sometimes the feminine is used to be more poetic or metaphorical, the way we sometimes refer to the sea as a woman in English.
***high tide and low tide have their own names in German: “die Flut” and “die Ebbe” respectively.
****although “agua” is a feminine word, it receives the article “el” simply because it sounds better. You would still use feminine adjectives to describe it though (as in “el agua salada”).
*****the adjective “spaßig” (meaning “fun”) is sometimes used, but it is more common for German speakers to say that something/someone “makes fun”!
******it is much more common to say “estoy sudando” than it is to say “estoy sudoroso”.
(Hope you liked it! As always, corrections and suggestions are welcome! Happy summer, everyone!)
#my post#multilingual#spanish#french#german#vocab dump#vocabulary#langblr#studyblr#language learning#español#français#deutsch
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El Torneo de Pesca de Invierno
Valeriano tiene todo el equipo preparado y está deseando participar en el Torneo de Pesca de Invierno junto al resto de los granjeros. La competición va a estar muy reñida, y espera tú también tengas tus utensilios de pesca a punto. Construye la caseta del torneo de pesca y la zona de pesca del torneo en tu granja para participar en el torneo. Compite por el primer puesto e intenta batir tu récord personal para ganar una adorable cría de chinchilla de pelo rizado gris, una pala de ámbar y trofeos.
Si has alcanzado o superado el nivel 15, aparecerá la ventana emergente ¡El Torneo de Pesca de Invierno! Haz clic en el botón Colocar edificio para iniciar esta función.
Para empezar a construir la caseta y la zona de pesca, primero deberás reunir todos los materiales que necesitarás.
Luego tendrás que pedirles a tus amigos que te ayuden con la construcción o contratar a algunos albañiles.
Una vez terminada la caseta del torneo de pesca, que podrás colocar donde quieras en tu granja, tendrá este aspecto:
La zona de pesca del torneo aparecerá en el río con este aspecto:
Tendrás que pescar cuatro tipos de peces en el torneo: bacalao, salmón, lucio y esturión. Cada uno pertenece a una categoría de peso diferente.
Cebo
Antes de empezar a pescar, tendrás que preparar las diferentes zonas del río con cebo. Haz clic en el botón Preparar zona para ver cómo se usa.
Para conseguir cebo, deberás elaborarlo. Hay tres tipos diferentes de cebo y cada uno de ellos te ayudará a pescar un número determinado de peces: usa cebo superior para pescar 3 peces, cebo especial para pescar 2 peces o cebo básico para pescar 1 pez.
Haz clic en el botón Elaborar si tienes todos los ingredientes que necesitas para elaborar el cebo que elijas. Si te hacen falta ingredientes, puedes obtenerlos de esta manera:
Si necesitas cebo, puedes cosechar cultivos de agua fertilizados.Si necesitas judías de Goa, puedes sembrarlas y cosecharlas. Si necesitas señuelos de peces atados y grillos deshidratados, puedes pedírselos a tus amigos o comprarlos con Billetes Farm.
El cebo tarda un número determinado de horas en elaborarse. Ten en cuenta que tardará más o menos en función de cada zona de pesca.
Mientras esperas, puedes preparar otra zona de pesca.
Una vez elaborado el cebo, haz clic en el botón Pescar para empezar a atrapar peces.
Puntuación del torneo
Imagina que has preparado la zona con cebo superior y que has conseguido pescar 3 peces. Estos peces se pesarán para obtener la puntuación total del torneo.
Puedes comprobar cuántos puntos de torneo has ganado en el contador de la esquina inferior izquierda del menú.
Continúa pescando, gana más puntos de torneo para llenar el medidor de hitos ¡y consigue recompensas al alcanzar hitos específicos! La barra amarilla te indicará tu progreso.
Torneo de Pesca de Invierno
Consigue 30 puntos de torneo ¡y te clasificarás para el Torneo de Pesca de Invierno!
La tabla de puntuaciones también aparecerá en la esquina superior izquierda del menú. En ella se muestran los tres mejores jugadores del torneo. Haz clic en el botón Ver más si quieres más información.
La clasificación general de los granjeros que compiten en el torneo aparece en la parte izquierda de la tabla de puntuaciones. Los tres mejores granjeros recibirán recompensas al final del torneo.
Puedes consultar tu puntuación personal en el lado derecho de la tabla de puntuaciones. En la lista, verás los puntos que has ganado por cada tipo de pez que has pescado en el torneo. ¡Consigue tantos puntos como puedas para llevarte recompensas!
Gusanos marinos
Puedes mejorar las zonas en las que estás pescando con gusanos marinos.
Estos pueden atraer peces más grandes y así ayudarte a ganar más puntos. Haz clic en el botón Mejorar para ver cómo funcionan los gusanos marinos.
Puedes usar tres tipos de gusanos marinos para mejorar una zona: gusanos marinos, gusanos marinos del fango y gusanos marinos rey. Los gusanos marinos pueden reportar hasta 4 puntos de torneo y los del fango, hasta 5. Los gusanos marinos rey son los más útiles y pueden reportar hasta 8 puntos del torneo y proporcionarte 3 puntos de peso adicionales en la clasificación.
Los gusanos marinos solo duran 24 horas, así que úsalos con cabeza. Además, ten en cuenta que solo puedes mejorar una zona una vez.
Si usas los gusanos marinos rey, recuerda que su bonus adicional solo influye en la clasificación y no en el progreso de los hitos.
¡Únete a la competición y gana fantásticas recompensas!
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Con motivo del próximo Torneo de Pesca de Invierno, Bárbara ha propuesto organizar una campaña solidaria para recoger viejos utensilios de pesca que puedan ser de utilidad a los amigos de Pedrito del orfanato. Completa estas misiones para ayudar con la campaña:
Como pez en el agua
Recompensas: 300 monedas, 30 de XP y 1 favor
Guantes por doquier
Recompensas: 350 monedas, 35 de XP y 1 favor
¡A cocinar se ha dicho!
Recompensas: 400 monedas, 40 de XP y 1 favor
Bacalao prestao
Recompensas: 450 monedas, 45 de XP y 1 favor
¡Escríbeme algo!
Recompensas: 550 monedas, 50 de XP y 1 favor
Dulces algas
Recompensas: 650 monedas, 70 de XP y 1 favor
Cubo lleno de peces
Recompensas: 900 monedas, 90 de XP y 2 favores
Pescando diversión
Recompensas: 1100 monedas, 120 de XP y 2 favores
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Martín y el cerezo
La casa de Martín era una gota en el océano del campo, en un páramo de cardos, piedras y huesos tostados al sol milenario. Un secarral inabarcable donde una sola brizna le bastó a un zahorí para encontrar la única agua que ahora aprovechaba el pozo. Junto a él y frente a la puerta, aquella brizna creció hasta convertirse en un milagro: un hermoso cerezo que durante casi cien años clavó profundamente sus raíces nudosas en la tierra buscando el agua.
Cada primavera, le regalaba sus flores al viento alegre que jugaba a repartir pétalos en una nevada tardía. En verano, los frutos rojos como la sangre atraían a los pájaros que formaban un guirigay entre las ramas. Entonces Martín disfrutaba de aquel diminuto oasis de vida asediado por la tierra yerma.
El resto del año veía pasar los días uno tras otro apoyado en el quicio de la puerta, soñando con irse de allí. Sus hermanos ya se habían marchado muchos años antes. De vez en cuando le escribían y le hablaban del mar, de cómo el agua acariciaba la arena en los días mansos y de cómo se estrellaba contra el rompeolas en los de furia. Le decían que allí la humedad te entraba por los poros; aquí en cambio te curtías masticando polvo seco.
Aquella mañana de verano, un pajarillo en una rama lo trajo de vuelta de sus pensamientos. Separado del resto, lo miraba de perfil y piaba. Martín se acercó al pozo y sacó un cubo de agua que volcó en un plato grande de barro bajo el árbol. Enseguida acudieron decenas de pájaros a beber y a lavarse las plumas.
Densas gotas de sudor le resbalaban desde la frente hasta el cuello de la camisa, así que entró y se lavó la cara. Sin secarse, cogió un vaso de vidrio, lo puso bajo el grifo y lo abrió sin miramientos. Salió un potente chorro de agua fresca y con él, disparado, algo que produjo un ruido y un chapoteo al caer. Lo miró más de cerca y lo que vio lo dejó boquiabierto: dentro había una pequeña sirena que daba vueltas y más vueltas. La larga cola verde y la roja melena flotaban tras ella con un raro efecto a través del relieve del cristal grueso.
Martín se acercó el vaso a la cara y la sirena dejó escapar una fila de burbujas al verle el ojo negro tan grande y deforme. Se apartó rápidamente para no asustarla más y dejó con cuidado el vaso cubierto con un plato sobre la mesa de la cocina. La sirenita apoyó las manos en el vidrio y lo miró con atención. Luego intentó empujar el plato para escapar sin siquiera haber sopesado las posibilidades.
Sentado en una silla de anea a pocos pasos, la observaba fascinado. Después de unos minutos se acercó y levantó el plato. Con dos dedos, la sacó por el pelo y se la puso en la palma de la mano. La sirenita se rascó la cabeza y lo miró, brillante y resbaladiza, con ojos de pez. Las escamas eran irisadas y quiso verlas a la luz del sol. Cuando salieron la sirenita resplandeció como un diamante.
Se sentó en el brocal para examinarla con más detenimiento, pero ella se le escurrió entre los dedos y saltó al pozo con la agilidad de un pez que escapa del anzuelo. La vio sumergirse entre los renacuajos y enterrarse en el lodo. Buscó por todas partes algo para sacarla, pero no encontró nada lo bastante largo. Las chicharras atronaban ya en el aire pesado del mediodía y se rindió.
Se volvió y se vio frente al páramo polvoriento. Pensó en saltar él también para vivir en un mundo donde nadaría acompañado en un frondoso paisaje de algas, pero miró al fondo y no vio más que barro. Se quedó inmóvil hasta el anochecer, aferrado al brocal como a un salvavidas. Entonces se fue hacia la casa, cogió algo de ropa y, sin cerrar la puerta, echó a andar hacia el sur.
Literato Cuatrojos
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Entre el silencio y la nada
Despierto y no encuentro nada, aún nada. Miro al cielo con un azul extraño en sus ojos preguntándome cuándo regresarán o si esperan que yo llegue a ellos.
Llovió, ¿cuándo llovió? Me deslizo y siento una brisa acariciar lentamente todo mi cuerpo; aún me encuentro lejos de casa -supongo-. Jajajaja me río, me he reído como aquella vez andando intentando encontrar un charco de agua: el camino era largo alumbrándonos una tarde espectacular, tórrido, brillante, sinigual. Ojalá Nala estuviese aquí para recordarlo, mis pisadas sin él me tornan temerosa.
Anoche recordé la última vez que vi un kudu cerca de mí, fue días después de la última tormenta que azotó en la reserva, no estoy segura de haberlo visto antes en la manada, estaba sola y asustada; de repente desapareció. Fueron días extraños, vagamente recuerdo la mirada de Nala hacia los demás mientras trataba de convencerse (aun así, con un sinfín de desgarradoras suposiciones) que el mal tiempo pasaría desapercibido, no solo a los que lo habitábamos sino hasta el último humano parado bajo nuestra sagrada acacia, o como lo llamábamos los dos: huis.
Mi vida había cambiado mucho desde entonces, pero antes de perder a Nala y a los demás, todo aquello que amaba, se estaba esfumando poco a poco sin poder hacer algo al respecto. Todo empezó cuando esos hombres blancos comenzaron a rodearnos tanto en lagos como en fronteras, era muy chica para entenderlo, pero no era tan complicado darse cuenta de cómo nos estaban matando y los otros, los hombres enmascarados, estaban ahí para protegernos; muchos de los nuestros no los aceptaban y preferían vivir a su suerte. Chiká cientos de veces me advirtió de no acercarme a ellos, pero me gustaba sentir sus delicadas y finas manos de mono palpando mi calmado ser. Dos o tres veces el enmascarado de la laguna me alimentó de frutas frescas escalando su árbol sin que nadie lo notara (más que yo). No sé en qué momento nos convertimos en amigos, pero era agradable tener un humano que no le temiera vivir solo debajo de un árbol. Una noche Chiká y los demás decidieron que era hora de partir y tuve que ir tras de ellos sin poder despedirme de él. Mucho tiempo después regresé al mismo lugar, pero él ya no estaba ahí, solo permanecía la silueta de su árbol: seco, completamente consumido.
Yo no sabía acerca de nada, mucho menos de la catástrofe que nos estaba aguardando y que, según los más sabios, pudo haber estado escrito; pero ahora aquí, entre el silencio y la nada, debo extender un poco más mi largo cuello para alcanzar las pocas hojas que florecen de los inmensos árboles; andar sobre lodos desconocidos con el temor de empaparme sin encontrar el límite de su profundidad; galopar tarde y noche sin detenerme un segundo con la esperanza de encontrar a Nala y mirar sus peculiares manchas. Pero ¿qué pasará cuándo lo encuentre?, ¿cómo le ocultaré que ahora los cielos son tan desconocidos y no me puedo guiar de lo que piso?, ¿cómo lo convenceré de regresar a la tierra que alguna vez amé por su sutil naturaleza?; ¿cómo le haré entender que yo no sabía acerca de nada, muchos menos que cuando despertaba, algo me susurraba al corazón?
...
Parado aquí junto a las estrellas me pongo a pensar sobre la libertad y la agonía que ahora me provoca el tocar un libro. Despierto y todo sigue siendo igual: comiendo, leyendo, saltando, jugando. Me pregunto: ¿cuándo terminará?
Ilusiones opacas que aún no puedo traspasar porque mi vida es de acero, no hay otro mundo excepto en los libros: aventuras absurdas, viajeros expertos. ¡Pero yo qué voy a saber de mares si me alimento con gente de piedra! Eso no es todo, convivimos muy pocos, parece que somos los últimos. He oído a voces que antes éramos más, ¡muchísimos más!, y me es tan imposible de creer…, entonces regreso a mi mundo de letras y cierro los ojos, siempre la misma historia: El Viejo y el Mar; ayudándolo a pescar el gran pez, luchando por nunca acabar el cuento.
Alicia es una chica muy linda, su cabello es largo y lacio. Me gustaría escribir sobre ella, pero no sabría qué contar. Quizá sobre sirenas, ha de soñar con sirenas. Mamá no quiere que lea demasiado porque todo me lo creo, imagino y termino deseándolo como la mayoría mis sueños. ¡Pero yo no tengo la culpa de vivir en semejante submarino, yo no tengo la culpa de soñar entre cubos de metal desde que tengo memoria!
He leído sobre terremotos y volcanes, pero lo que más me apasiona son los planetas y las estrellas, coloridas galaxias y el infinito universo. ¿Cómo es el infinito?, ¿algún día se detendrá? Mi techo brilla cuando todo parece estar tan obscuro, lleno de cometas y estrellas de diversos tamaños; me hace sentir real, diferente, parte de otro momento. Frecuentemente tengo miedo, y si nosotros los humanos fuimos los destructores de la naturaleza ¿por qué nos seguimos resguardando?, ¿no se supone que nosotros somos el problema?
Hace muchos años hubo una tormenta, yo aún no nacía y mamá era demasiado joven para entender la catástrofe que estaba por suceder. En ese entonces ella no vivía rodeada de paredes, ella conoció el cielo, la fauna y la paz que le causaba mirar el mar, pero todo empeoró de repente. Los mares se alzaban como si la tierra estuviese danzando, el viento arrancaba árboles desde la raíz. Los animales fueron los primeros en desaparecer, fue ahí cuando su miedo nació, entonces mamá decidió pintar el cielo en su memoria para no olvidar que en algún momento le perteneció a la vida.
Ahora se encuentra fuera del cubo lejos de mí trabajando por horas, tratando de que la fuerza del océano no nos hunda hasta el centro de la Tierra mientras que yo intento sobrevivir en esta desierta galaxia, entre el silencio y la nada, comiendo, leyendo, saltando, jugando… Y me vuelvo a preguntar: ¿cuándo terminará?, ¿algún día se detendrá?
2019/09/04
Por Bárbara Michel
#escritura#lo que escribo#escrito#alternate universe#little space#méxico#cdmx#beautiful minds#im losing myself
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Recopilación de Memes de TheMaoisha :p
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Primera entrada
Hola,soy Irene. Esta es la primera entrada de mi blog. Ayer estuvimos haciendo en la clase de recursos didácticos y tecnológicos, una actividad con un juego de cartas llamado el Cubo de la Muerte. Con esto hemos aprendido algo sobre el aprendizaje basado en problemas. A raíz del juegos,hicimos una historia. Aquí os la dejo!
-Título: Eres un cerdito que vive en una casa de paja y el Lobo Feroz llama a tu puerta.
El lobo con una estrella de sheriff oxidada puesta como si fuera un sheriff, llama a la puerta de la casa del cerdito, y el cerdito, con la ropa de trabajo puesta (uniforme de Macdonald), abre y le ofrece comer algo al lobo,para asi distraerle. Le ofrece de comer huevos de la gallina de oro. Como sabe que el lobo quería atacarle al cerdito, envenena la comida con veneno de un pez globo. Así el lobo se va durmiendo poco a poco,y el cerdito consigue amarrarlo con una correa retráctil para perros. Para que nadie supiera que el cerdo había matado al lobo,se disfraza de caballo,y se deshace de él.
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🐡💦フグ養魚場💦🗾 🐡Fugu yōgyo-ba💦 Su significado en Japonés, es el de: Factoria o Granja de pez globo. De, ahí que el proyecto, sea bautizado con ese nombre. 🧰🗾🧩🥽🧵 Así que; -NO es una nave espacial. -NI un cubo de luces. -Y MENOS una caseta de feria 🈴💮🈴 Para los que tenían dudas, ahora ya lo saben! 🥢🥢🥢🐡🥢🥢🥢 MOVE OR DIE! ALL IN IS MY STYLE! #djnafentt#nafentt#blowfish#bioritmefestival#bioritme2019#bioritme#festival#summer#verano#music#fugu#2019#djset (en BioRitme Festival) https://www.instagram.com/p/B26D3CDCQTk/?igshid=13p59gsw25atu
#djnafentt#nafentt#blowfish#bioritmefestival#bioritme2019#bioritme#festival#summer#verano#music#fugu#2019#djset
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Todo lo que escuchó fue el molesto sonido del tictac del reloj del abuelo, su péndulo moviéndose de un lado a otro en su interminable balanceo. Vaya, deseaba poder arrancar ese estúpido péndulo y tirarlo por la ventana a la calle. Probablemente alguien sería golpeado, pero al menos estaría libre de esa cosa irritante.
Esperar. El tictac se había ralentizado. No, se había ido. Silencio. Tal vez el médico lo había detenido y tirado todo el maldito reloj por la ventana. Todo lo que había ahora era oscuridad.
Eso fue hasta que apareció una llave. Unido a una cadena. Se balanceó de un lado a otro como el péndulo por un momento hasta que se detuvo. No podía ver nada aparte de esa llave. ¿Por qué parecía tan familiar? Sus pensamientos la abandonaron cuando aparecieron más llaves, todas con sus propios diseños únicos. Quienquiera que los hizo debe ser un maestro artesano.
Los relojes de bolsillo cayeron desde algún lugar arriba, sus manecillas girando en ambas direcciones. Sus engranajes girando y batiendo. Como si volaran directamente y atravesaran su cerebro. Más allá de los engranajes había una habitación. Una habitación oscura y lúgubre donde se sentó, frente a su viejo amigo. O enemigo. O de cualquier lado en el que estuviera. El maldito Sombrerero. Siempre loca por el té y el tiempo, y haciendo preguntas tontas sobre cuervos y escritorios.
La voz familiar de su médico habló desde la oscuridad.
¿Qué ves, Frisk?
Vi a alguien. Tratando de engañarme para que beba veneno. Genial, ahora va a clavarme una sierra en las piernas. Hermoso.
Vamos, Frisk. Es solo un sueño.
No es un sueño... es un recuerdo. ¡Y me enferma!
La visión se desvaneció en la oscuridad, mientras varios peces pasaban nadando. Espera, ¿pez? ¿Estaba bajo el agua? Y si es así, ¿por qué había naipes nadando? ¿Una nueva raza de peces?
Ahora concéntrate. Espera, estás flotando de nuevo. Sin peso, como una cifra. Relax.
¿Relax? Esa sería una actividad bienvenida. El único problema era que más o menos un millón de guardias de cartas se golpeaban unos a otros en un campo de batalla sangriento. El monstruoso castillo propiedad de esa abominación se alzaba detrás de ellos, explotando en llamas y aniquilando a todos los que estaban en el campo de batalla.
Fuego… ¡Estoy en el infierno!
Y allí estaba ella. Esa reina monstruosa. Sentada en su trono, sonriéndole con una boca horrible y unos ojos psicóticos de la más profunda locura. La reina abrió la boca. La oscuridad se arrastró, revelando un rostro. La del Sombrerero. Él también abrió la boca. Otra cara. Su cara. Gritando en silencio en su propia locura. Ella tenía que escapar. Aléjate de eso. Esos recuerdos.
Olvídalo. Abandona ese recuerdo. es improductivo Ir al país de las maravillas.
Más oscuridad de nuevo. Un solo rayo de lo que probablemente era la luz de la luna brilló en la oscuridad, cuando una figura entró empujando una silla de ruedas. La muñequita cabezuda en la silla de ruedas pateaba como la niña que era, mientras el centauro barbudo la empujaba en silencio. Eso fue hasta que la muñeca estalló en llamas y explotó. Una niña pequeña emergió de las llamas de la muñeca, agarrando un conejo de juguete tuerto. Era ella misma otra vez. De pequeña. Ocho años. Antes de que su vida terminara.
¡Estoy atrapada en mi pasado!
Las llamas. Las llamas que quemaron su casa hasta los cimientos. Le quitó a su familia. Bueno, la mayoría de todos modos. Ella podía verlos. Asado vivo en las llamas, pero saludándola como si fuera algo habitual. La casa entera se desvaneció en las llamas, cuando la forma corpulenta del Jabberwock con forma de dragón emergió, dirigiéndose directamente hacia ella.
No, Frisk. Desecha esa ilusión. ¡Olvídalo! Ve al país de las maravillas.
Preferiría no hacerlo, doctor. Mi País de las Maravillas está hecho añicos. Está muerto para mí.
Su preferencia no significa nada. Ahora, Frisk, ¿dónde estás?
Las llamas y el monstruo desaparecieron, mientras cubos de agua caían en la oscuridad, creando un río bordeado de árboles verdes. El sol brillaba intensamente. Se encontró en un bote navegando río abajo, acompañada de algunos rostros familiares y no tan familiares. Uno era el Conejo Blanco, vestido con sus mejores galas y por una vez sin consultar su estúpido reloj de bolsillo. Los otros dos eran un misterio para ella. Uno era un búho con ojos muy peculiares y el otro era un gato. Sin embargo, no es su gato, sino un felino de todos modos. ¿Y qué clase de imbécil pinta un bote del color de los guisantes blandos?
Estoy navegando con un amigo. Y algunos otros conocidos que no conozco. Tal vez los recuerdo de un poema que leí, pero… este lugar parece diferente. Ha cambiado.
El cambio es bueno. Es la primera cadena en el olvido.
Miró al Conejo Blanco. Empezó a temblar violentamente como si tuviera mucho frío o algo así. Fue entonces cuando notó que la sangre salía de su boca peluda.
¿Estas loco?
¿Loco? Ciertamente no lo soy.
¿Conejo? ¿Estás bien?
¿El Conejo Blanco? ¿Que está haciendo el aquí?
Ignoró la voz que hablaba, totalmente preocupada por el Conejo Blanco. Sus ojos se salían de su cabeza, las orejas se movían erráticamente. La lechuza y el gato parecían ajenos a la histeria del conejo.
¿Hay algo mal?
¡Algo mal! ¡Bastante! Frisk, ¿qué has hecho?
De repente, la cabeza del Conejo Blanco explotó, estallando como un grano. Una fuente de sangre brotó de su cuerpo, volando por todas partes y rápidamente empapando a Alice y al búho y al gato inconscientes en rojo. De repente, el gato dejó escapar un chillido y se volvió para mirarla... mientras su cabeza se hundió. Como si toda su cara hubiera sido aspirada por su garganta. Cayó y cayó del bote al agua teñida de rojo que ahora se agitaba debajo. Ella gritó, volviendo su atención a la lechuza. Sus ojos deformaron colores al azar mientras toda su cabeza se derretía.
¡No, eso no!
La fuente de sangre del Conejo Blanco se volvió negra, derritiendo su cuerpo en un charco de lodo que inundó el bote. Ella saltó horrorizada.
No luches, Frisk. Deja que emerja lo que esté ocurriendo.
Observó con horror cómo se formaba un maremoto en el río, hecho de un extraño líquido negro aceitoso y un enjambre de caras de muñecas, con extremidades de muñecas que se agitaban al azar como si estuvieran tratando de escapar. La ola se estrelló contra el barco y lo volcó. Ella se hundió. En la sangre y el aceite. Los miembros se agarraron a ella. Todo lo que pudo hacer fue gritar cuando su rostro fue desgarrado. Una figura con ojos enloquecidos apareció de la oscuridad del río, lanzando una mano cuando un enorme martillo de vapor la atravesó y se abrió camino a través de su pecho.
¡MI MENTE ESTÁ EN RUINA!
¡Basta, Frisk! Vuelve de la oscuridad. Escuche el repique. ¡Escuchar!
…
Frisk abrió los ojos y tuvo que entrecerrar los ojos por la luz brillante que llenaba sus cuencas. La visión se enfocó, revelando el aburrido paisaje de la oficina del Doctor Gaster. El cielo afuera era del mismo gris y negro, probablemente de las fábricas al final del camino. Otro día típico en Londres. Frisk miró a su alrededor, tomando todas las vistas aburridas, incluido ese molesto reloj. Maldición, quería tirar esa estupidez por la ventana.
"Listo, Frisk. Mejor ahora, ¿no?" dijo la voz de su médico.
Frisk miró hacia el escritorio donde estaba el Doctor Gaster, un hombre de mediana edad con una cabeza calva y un par de anteojos circulares en equilibrio sobre su nariz. Él la miró con sus ojos plateados. Como la luna que eran. Ella odiaba sus ojos. Tan intrusivo y mirando fijamente. Si tuviera la Espada Vorpal, habría considerado calibrarlos.
"¡Mi cabeza fue destrozada y en mí corazón hay un martillo de vapor!" espetó, levantándose de la silla en la que estaba sentada. Se llevó una mano a la cabeza, con la esperanza de olvidar lo que acababa de experimentar. Esto sucedía en todas las sesiones con la Dra. Gaster y no la estaba llevando a ninguna parte. ¿Cómo se podría asociar al Dr. Kris con un psiquiatra tan inútil como Gaster?
"Sí, bueno, el costo de olvidar es alto", respondió la Dra. Gaster, obviamente indiferente a su sufrimiento.
"Mis recuerdos me hacen vomitar, ¿qué puedo-" dijo Frisk, a punto de entrar en otra diatriba.
"Recuerda otras cosas", dijo bruscamente el Dr. Gaster, apartándose del borde de su escritorio y pasando junto a Frisk para mirar por la ventana.
"Quiero olvidar. ¿Quién querría estar aprisionado solo por sus recuerdos rotos?" dijo Frisk enojada.
"No te preocupes, te liberaré, Frisk", respondió el Dr. Gaster. "Los recuerdos son más una maldición que una bendición".
"Eso me lo has dicho. Muchas veces", dijo Frisk, ya al final de su cuerda.
"Y de nuevo diré que el pasado debe pagarse", dijo el Dr. Gaster, saliendo de la ventana y sentándose en un sillón frente a Frisk. Ella hizo contacto brevemente con sus ojos y luego apartó la mirada con disgusto. "Ahora, antes de nuestra próxima sesión, ve a recoger algunas pastillas de la farmacia de la calle principal. ¿Está bien?"
Frisk se sentó en silencio por un momento. Que horrible decisión. Sufre más de estos temidos recuerdos o toma algunas pastillas más repugnantes. Ella juró después de salir de Mt.Ebott Asylum que nunca volvería a tomar medicamentos. Sin embargo, uno era mejor que el otro en comparación.
"Muy bien, doctor", dijo Frisk en voz baja, poniéndose de pie y dirigiéndose a la puerta sin mirar a su médico una segunda vez.
Frisk fue a la puerta y la abrió, encontrando a un niño de unos diez u once años esperando afuera. El niño Charlie le sonrió a Frisk emocionado.
"Mi turno para olvidar a Frisk", dijo Charlie, y con una sonrisa se apresuró a entrar en la habitación, saltando al asiento en el que estaba Alice.
"Ahora, Charlie, ahorcaron a tu papá por asesinar a tu mamá, quien te golpeó", dijo el Dr. Gaster. "Olvidemos ese terrible recuerdo, ¿de acuerdo? El pasado está muerto".
Frisk se quedó en la puerta por un momento, mirando a Charlie. El tuvo suerte. No estuvo en un manicomio durante diez años. Suspirando para sí misma, Frisk cerró la puerta y caminó por el pasillo del orfanato Houndsitch para jóvenes rebeldes. Ella había estado aquí durante varios meses, después de tomar algunas decisiones difíciles en su vida después de dejar el asilo.
Entonces Frisk recordó su misión de encontrar al químico de la calle principal.
Se dirigió a la puerta pero luego notó su apariencia en un espejo. Parecía despeinada y oprimida. Su hermoso cabello se había vuelto corto, solo le llegaba por debajo de los hombros, estaba sucio y despeinado. Se las había arreglado para sostener su collar, el colgante ahora con la forma del símbolo un medio corazón. Su piel estaba pálida y enormes bolsas descansaban bajo sus ojos cafés descoloridos, ya que no había dormido mucho durante su tiempo en el orfanato. Su ropa tampoco era mejor, ahora llevaba un vestido azul cutre con un delantal suelto, de color azul y blanco desteñidos. El vestido tenía mangas a rayas que cubrían la mayor parte de sus brazos, pero el tamaño corto del vestido dejaba parte de sus antebrazos expuestos. Llevaba más calcetines que picaban y los zapatos más baratos que podía conseguirle la enfermera Witless. Había dejado su vestido viejo en casa después de mudarse. Qué idea tan brillante fue esa.
Frisk se dirigió a la sala del frente del orfanato, donde varios de sus compañeros huérfanos jugaban con una casa de muñecas. Una niña había tirado partes de una muñeca al suelo y se rió cuando uno de los niños tropezó y se golpeó la cara con fuerza contra el piso de madera. Frisk los ignoró mientras salía del orfanato y salía a la calle del Londres victoriano. El hedor asqueroso del humo industrial llenó sus fosas nasales, causando que Frisk hiciera una mueca.
"Otro día, otro sueño tal vez", se dijo a sí misma, mirando hacia los imponentes edificios.
Frisk suspiró para sí misma y salió por las puertas del orfanato. El orfanato Houndsitch era un edificio muy antiguo, en reparación desesperada y parecía que estaba a punto de derrumbarse si un niño dentro corría de un piso al otro. Mientras Frisk pasaba por delante del orfanato, frunció el ceño ante el letrero de gran tamaño del orfanato, particularmente por el título de gran tamaño del Dr. Gaster debajo. El doctor tenía bastante ego, lo que no sorprendió, a juzgar por el gran retrato de él que colgaba en la sala principal. A Frisk le hubiera gustado mucho cortar el retrato y quemarlo en la chimenea. Sus métodos de hipnosis eran inútiles a sus ojos. Actuó como si fuera el mejor doctor en medicina del mundo. Comenzó el orfanato hace solo diez años y actuó como si dirigiera un castillo.
Caminar por las calles del Londres victoriano era una sensación muy sombría y deprimente. Los niños se sentaban o incluso dormían en las calles, desafortunados en comparación con Frisk, aunque ella se sentía como ellos. Cada esquina que doblabas era una prostituta o un vendedor poco fiable que te mostraba productos robados y rotos. Ejércitos de asquerosos trabajadores de fábricas iban y venían del trabajo todos los días, la Revolución Industrial arroja Londres a los tiburones, a pesar de que los dueños de las fábricas afirmaban que todo era en nombre del progreso. Frisk evitaba a los taxistas a toda costa, ya que había presenciado repetidamente que a los aristócratas les robaban sus posesiones, su ropa y, en algunas ocasiones, su cabello. Realmente no mejoró el estado de ánimo de Frisk cuando pasó junto a un violinista que tocaba una melodía deprimente.
Frisk pasó por un callejón, pero se detuvo, su atención se centró en una niña pequeña de pie con la cara hacia la pared. Frisk logró captar el murmullo de la niña, dándose cuenta de que estaba recitando algún tipo de canción infantil. Pero uno que nunca había escuchado antes.
"The Sandman's coming in his train of cars, with moonbeam windows and with wheels of stars. So hush you little ones, you have no fear. The man in the moon is the engineer…"
Esta extraña canción de cuna envió escalofríos por la espalda de Frisk, pero se alejó del callejón y de la chica peculiar. Entró en Whitechapel Market, el mayor distrito comercial del este de Londres. Frisk odiaba los olores del mercado, le daban náuseas. En particular, los carniceros Sam y Ela, donde los carniceros parecían estar más interesados en hacer líos sangrientos con la carne que vendían en lugar de clasificarla adecuadamente. Frente a las carnicerías estaba el pub Flaming Stallion, uno de los pocos lugares agradables de la zona, la gente iba allí para ahogar sus penas y por lo general acababa cantando alegremente.
Cuando pasó por la puerta del pub, se abrió de par en par y un gato blanco y desaliñado salió volando y aterrizó de pie.
"¡Quédate fuera, maldito gato, y si alguna vez te atrapo aquí otra vez, te colgarán de la pared!" gritó un hombre desde dentro del pub, cerrando la puerta detrás de él.
El gato se sacudió la tierra de la piel y miró a Frisk mientras se arrodillaba hacia él, acariciando la cabeza, brevemente pudo ver qué no tenía un ojo y el otro era de color azul, un color que hoy en día se ve en los colores que usan los niños.
"Hola, gatito, ¿trataste de conseguir una cuenta?" preguntó Frisk. "No tengas miedo".
El gato maulló, aguzó las orejas y miró algo. El gato salió corriendo de Frisk y desapareció por una callejuela oscura. Frisk lo vio irse. Sintió la familiar sensación de curiosidad surgir en su cabeza, y rápidamente se encontró siguiendo al gato por un callejón.
"Seguir criaturas peludas en agujeros oscuros se ha convertido en un hábito", se dijo Frisk a sí misma. Espero que no sea un vicio.
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si yo fuera piedra le pediria a dios agallas o bisceras
si yo fuera pez le pederia rana
si fuera rana le pediria alas
si fuer alas le pediria sauce
si fuera sauce te pediria agua
si fuera agua arderia porque
por que mi eter es fatuo
esta levedad me trae vomito celeste
si yo fuera solo carne y psique te pediria perdon
si yo fuera perdon te pediria odio
por que contrario es dual
si fuera punto seria luminico
si fuera linea o circulo direccionado seria sauce
si fuera plano o superficie curva seria dromedario
si fuera cubo , cilindro o esfera seria entonces hombre
si fuera hiperesfera seria entonces dios
si estuviera inmerso en el juego
he sentido un vomito celeste
pero el punto , la superficie y la esfera son holograma del vacio
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«Méjico», Cesare Zavattini.
Méjico es aproximadamente seis veces mayor que Italia. «Estamos demasiado lejos de Dios y demasiado cerca de los Estados Unidos», dicen.
En 1955, las mujeres votaron por primera vez, yo llegué en este verano tan importante, las mujeres hacían cola y atónitas por la novedad tenían la mano con la papeleta para ponerla en la urna de un modo que recordaba su gesto de tocar con la punta de los dedos la pila de agua bendita.
Aquel domingo di una larga vuelta con un taxi. Hay muchos taxis, pero estacionados en los puestos, siempre se acercan para pillar al cliente al vuelo, como cazadores. La gasolina sólo cuesta 35 liras litro. Son coches nuevos, colchas, objetos de arcilla cocida y pintada por gentes del pueblo, para llevárnoslo más allá de la frontera a nuestras cómodas casas, y me parecía que al cruzarnos bajábamos los ojos durante una fracción de segundo (tan rápidamente que ni siquiera nosotros lo advertíamos), sintiéndonos ladrones, acaso gentiles, pero ladrones, por nuestra complicidad con aquel vasto comercio en el que eran muy pocas las monedas que iban a los bolsillos de los artesanos. El mejicano está preparado como nadie a inclinarse cuando en la mirada del hombre blanco advierte el remoto relámpago del amo, pero, apenas se da cuenta de que el otro le considera como un igual, se expansiona como un pez que desde un cubo lo echan al lago, y todas las cosas que yo sé las he aprendido, en realidad, de docenas de personas paradas en la calle, con la ayuda de Gamboa, que me ha acompañado en este viaje.
Con los italianos son afectuosos, le piden a uno que hable. Y cuánto les gusta nuestra manera de hablar; repetían algunas palabras mías como si fuesen notas musicales. Por el contrario, no quieren nada a los estadunidenses, los «gringos». He preguntado a los chicos de una escuela cuáles son las figuras patrióticas más queridas, y todos han gritado: Niños héroes de Chapultepec. Héroes falsos y miserables de un episodio de la guerra contra los estadunidenses en 1847.
Respecto a los españoles, sus razonamientos tienen más de psicoanálisis que de historia; en lo más íntimo están contra la vieja España, contra los conquistadores; un indio, que no tiene sangre española en las venas, quizás esté en su derecho, pero tal sentimiento sorprende en el mestizo, que es mitad y mitad: el mestizo estima de sí mismo sólo a la madre, no al padre; para algunos, ésta podría ser la prueba de la natural tendencia del mejicano a proteger siempre al más débil, a la parte india, representada por la madre que fue violentada por el padre, el señor Hernando Cortés, cuando llegó con sus caballos blancos. Ese día era domingo y todo se regía por el color, los mejicanos necesitan el color para llegar al día siguiente. El color de los colores ―el más amado― se llama tlapalli, es nuestro solferino, un tinte sangriento como la batalla de Solferino, lo extraen del insecto que vive en nopal, la planta nacional sobre la que una mañana de 1312 descendió fulmínea del cielo el águila que aferró a la serpiente, como puede verse en el escudo mejicano, y por eso los aztecas, según la leyenda, fundaron sobre las estacas en aquel lugar prodigioso pero incómodo lo que hoy es la capital, a 2,400 metros de altura.
Un pobre campesino recorría las calles con un pavo para vender, lo llevaba en la espalda, de pronto el pavo abrió la cola y su dueño avanzaba como un guerrero con la aureola de las plumas; muchachos en una bicicleta adornada con flores de papel y cintas como los caballos sicilianos: realmente, detrás del sillín esos velocípedos tienen también cola y de auténtica crin para que parezcan caballos; los vendedores de cotidianas loterías que persiguen a los automóviles agitando en el aire, como banderas, las anchas hojas rojas o azules de los billetes, niños recién nacidos adentro de las ollas, en las cestas, en todas partes, en los mercados, niños por todas partes, con sus bocas constantemente en busca del pezón que se escapa porque la madre se mueve para ordenar cada vez más armoniosamente la poca fruta ante ella, o peinarse, ese peinarse y volverse a peinar que es como si cada vez la vendedora quisiera renovar su esperanza de que pronto aparecerá el comprador que la compre a ella; una procesión con una chiquilla que hace de Virgen sobre un camión, cuatro niños a sus pies, los ángeles, resplandecientes y con las manos unidas en acto de oración; como la procesión dura horas, las madres, a escondidas, dan fruta a los ángeles, y así vemos a la vez furtivas dentelladas y pías uniones de manos; un corro alrededor de un merolico que por pocos céntimos de paquetes de oraciones nombrando continuamente al Papa, y cada vez que nombra al Papa todos se levantan el sombrero; los jugadores de billar en las largas salas y sus rostros oscuros esfumándose en la sombra como si en aquella atmósfera verde sólo tuvieran vida los cabellos (en Taumtepec, de donde veníamos, las mujeres caminaban levantando el polvo con sus pies desnudos, llevaban los cabellos sueltos sobre los hombros y se mecían dentro de sus largas faldas de raso en azul y rosa, que se hinchaban; en Papantla, el país de la vainilla, que tantas fatigas cuesta a quien la recoge, las totonacas llevan vestidos de nylon ―antes eran de seda finísima― parecidos a las túnicas bordadas de los sacerdotes, y este candor vaporoso y virginal de las telas enciende con collares que tienen la fosforescencia de los carteles publicitarios, cuando los asalta la luz de los faros).
En Chihuahua, dos «taraumaras» pequeños, menudos, un matrimonio indio de unos veinte años, ella con tantos vestidos como un cardenal, sonoros, pedían limosna después de tardar cuatro o cinco días en venir a pie desde las montañas; son indios andariegos y los más resistentes y veloces, cazan el ciervo persiguiéndole con el sistema de relevos; es una tribu que se extingue poco a poco y que de vez en cuando conmueve a la opinión pública; pero la opinión pública es cauta frente a la cuestión india, y liquida las cuestiones raciales afirmando que cuando el mestizo es pobre es un indio, cuando el indio es rico es un blanco.
Sentados en la acera, a su lado, les importunamos con preguntas, y ellos respondieron de mala gana y sin querer dar explicaciones sobre el lugar de dónde venían. Mi amigo consiguió que le confiaran que es mejor no ir a sus aldeas natales, nadie es acogido de buen grado. Hablaban sin mirarnos a la cara. Después los seguí, caminaban uno al lado del otro, sus manos se tocaban de cuando en cuando hasta que él hizo un gancho con el dedo y conservó apretada la mano de ella.
Aquel domingo no podía ser más claro, y esto, en un país claro como Méjico, significa la luz, la que Dios encontró buena y separó de las tinieblas llamándola día. En el inmenso parque de Chapultepec desfilaba la burguesía de la capital, un interminable carrusel de automóviles que se pisaban sobre los talones, cargados exclusivamente de muchachos, bellos y blancos para los burgueses, vacíos para mí, sin nada de indios. Cinco o seis en cada automóvil, como en un escaparate; en dirección contraria venían los hombres apiñados también en automóviles, al no poder detenerse se sonreían y cambiaban breves palabras de coche a coche, para encontrarse luego una segunda, una tercera vez y terminar la conversación.
Autor: Cesare Zavattini
En 1956, el ideólogo del Neorrealismo Italiano, el movimiento más importante de la historia del cine, el italiano Cesare Zavattini ―guionista entre muchas grandes películas de «Ladrón de Bicicletas» (Vittorio de Sica, 1948)― escribió en su «Diario de cine y de vida» la crónica sobre el país que llamaría como “el de la luz más neorrealista”: Méjico, en un texto que justamente se llama así: «Méjico».
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